Viaje en el tiempo y mundos paralelos
“La diferencia entre pasado, presente y futuro es solo una ilusión persistente.”
(Albert Einstein)
La serie alemana Dark comienza con esta cita de Einstein, y prepara al espectador para una experiencia inusual de viaje en el tiempo y en mundos paralelos. La voz en off advierte:
“Creemos que el tiempo corre linealmente. Que avanza uniformemente para siempre hasta el infinito. Pero la diferencia entre pasado, presente y futuro es solo una ilusión. Ayer, hoy y mañana no son consecutivos, sino que están conectados en un círculo infinito. Todo está conectado”.
Pero Dark no es una iniciativa aislada donde se desarrollen estas ideas. Siempre ha habido cineastas muy interesados en estos temas. Al principio de la película, rodeada de escenarios muy toscos, aparece la “Máquina del tiempo”, un artilugio donde el personaje entra y sale rodando, rumbo hacia quién sabe dónde.
Ahora, más que nunca, las películas y series están entrando en tantos detalles verosímiles, apoyándose en la última tecnología y conceptos científicos, que el mensaje se vuelve cada vez más fuerte: “¡Somos seres del tiempo y vivimos enclaustrados en nuestros mundos!”
Sí. Si observas, verás que los personajes tienen su propia línea de tiempo y piensan, sienten y actúan de acuerdo con su pequeño mundo. Por lo tanto, entran en conflicto con otros, sospechando que alguien los persigue. Cada uno siente que está del lado del Bien y que los demás pueden ser el gran Demonio Maligno. ¡La tensión se acumula hasta un nivel casi insoportable, que casi explota ante la amenaza del apocalipsis planetario!
La trama comienza a resolverse. Ello explica por qué el tiempo de las películas está fragmentado en innumerables flashbacks. Pero también se desliza como una fantástica telaraña hacia posibles futuros, dependiendo de la trama generada por la acción de las relaciones entre los diversos grupos.
A medida que se desarrollan las películas, todos se pierden: nosotros, los espectadores, porque no podemos recordar en absoluto los nombres de todos los personajes; y los personajes mismos, porque se encontraron (a veces literalmente) en varios niveles y laberintos del tiempo.
Nombres, lugares, relaciones, todo se vuelve relativo. En este maratón de idas y venidas, cada personaje termina preguntándose: ¿quién soy después de todo? ¿Cuál es el tiempo que me define? ¿Cuál es la verdadera relación que tengo con mis amigos, familiares, vecinos, compañeros de escuela y compañeros de trabajo? Y, finalmente, ya cansados de luchar contra el tiempo, todos encogidos, cada uno en su pequeño mundo, se dan cuenta de que la unión de todos hacia un objetivo común puede liberarlos de esta red de ilusiones. Entonces, pasan de la elocuencia mental y las batallas emocionales a la acción concreta, aquí y ahora.
Por lo que respecta a nosotros mismos como espectadores, no tenemos otra alternativa que estudiar la metáfora que plantea la película, y que se presenta como una lección de vida. Somos personajes, actuamos en muchos frentes, interpretamos los roles sociales elegidos por otros. Pero… ¿qué pasa con el verdadero Ser detrás de todo esto? ¿Cómo llegar a él? ¿Cuándo podemos ser conscientes de este verdadero Ser?
¡Este es un proceso que tenemos que empezar ahora! Y los pasos a seguir ya han sido señalados por las escuelas iniciáticas de todos los tiempos: discernimiento, anhelo de salvación, autorrendición, nuevo comportamiento de vida y transfiguración. Este es el camino de la nueva consciencia, que comienza con el autoconocimiento (somos seres cósmicos) y pasa por el deseo de liberación de todos nuestros lazos culturales (somos seres que se renuevan cada día). De repente ya no nos encontramos a la deriva, sino con un único propósito, serenos, llevados por la corriente de la vida (como quien se entrega totalmente a la fuerza de la energía original que nos creó). Ese objetivo es la realización del verdadero Ser. Y entonces, nuestro comportamiento se resuelve en ver el mundo y a los seres, por primera vez, sin los grilletes del comportamiento cultural, opiniones y creencias. Estos son los signos de la transfiguración, la aparición de un Ser que está más allá del ser común.
Pero, ¿qué queremos decir con “transfigurado”? Esta palabra significa que, después de ser transformados totalmente en nuestra estructura corporal, vital, emocional y mental, ya no seremos un personaje a la deriva, sino un Ser vivo real: el verdadero protagonista de este magnífico proceso, un Ser completamente nuevo en términos de voluntad, amor, inteligencia, armonía, sabiduría, dedicación y, en consecuencia, en acción.
Para ese ser, espacio y tiempo —que fueron las herramientas de autoconocimiento para el personaje itinerante—, ya no son limitaciones. Su conexión con los demás seres del universo ha sido totalmente unificada. Ya no se trata de un simple individuo, sino de una energía multifacética, en unión permanente con la fuente original de todos los seres.
La sabiduría universal siempre ha aludido a este proceso de transfiguración de seres itinerantes que se convierten en seres inmortales. Muchos filósofos, científicos, clérigos, artistas y pensadores, desde el comienzo del espacio-tiempo, se refieren a varias dimensiones que relativizan lo que está fuera o dentro de nosotros, así como lo que está por encima o por debajo de nuestra consciencia. Todos somos, pequeños o grandes, personajes itinerantes en busca de nuestro origen eterno, en el no-tiempo y en el no-espacio.
Entre todos los autores que desarrollaron esta idea, destacamos a Catharose de Petri, cofundadora de la Escuela de la Rosacruz Áurea. En su libro La palabra viva explica que este “viaje entre las diversas dimensiones” es posible y necesario para que el ser humano obtenga conocimiento de sí mismo, se transforme, se transmute y se transfigure. Catharose de Petri afirma:
“La cuarta dimensión es solo la puerta a la quinta, sexta y séptima dimensión. (…) El ser humano es omnipresente pero no es consciente de ello. (…) La intuición es la puerta que da acceso a ella. La nueva visión es la primera realización de la cuarta dimensión.”
Manténganse alerta. A partir de una simple película o serie, pueden tomar consciencia de su esencia real, y tomar decisiones efectivas para que tenga lugar esa transformación estructural de su ser.
Así que, como “estado de consciencia es estado de vida”, confiamos en que, además de todos los sentimientos conflictivos, de todas las repeticiones automáticas del día a día, de todas las expectativas que se acumulan en el tiempo, de hecho, podemos abrir una grieta al No-Tiempo, remangarse y salir, juntos, de nuestros pequeños mundos hacia una dimensión mucho mayor, llena de plenitud: la Eternidad, sin principio ni fin.
Fuente: https://www.logon.media/es
Texto: Grupo de autores Logon, País: Brasil, Imagen: Marion Pellikaan