Una ascensión y no un camino doloroso de evolución
Y es en las tinieblas donde debemos encontrar una religión, practicar una cierta conducta, profesar una cierta creencia. Pero una vez salidos de esta bruma y habiendo penetrado en la atmósfera pura, los seres humanos contemplan el Sol en el Semblante del Amigo, del verdadero conductor espiritual, el Imán. Contemplan la Luz sin velos, nada permanece oculto, pues las leyes ya no son leyes; la religión ya no es religión; las instituciones se encuentran muy lejos de ellos. Entonces, es necesario que nosotros alcancemos el nivel espiritual donde el Amigo se vuelve visible.
El Imán no puede precedernos allí. Si el Imán llegase antes de que fuésemos capaces de reconocerlo, de ello no resultaría ningún beneficio para nosotros. Como dicen estos versos:
“El Amigo está más cerca de mí que yo mismo.
Pero, qué cosa más extraña, yo estoy lejos de él.”
Si el Imán viniera antes de que nosotros estuviésemos allí, es decir, antes de que hubiera algún cambio en nuestra manera de ser, no lo percibiríamos, no nos aprovecharía en nada, incluso sería contrario a la sabiduría. En cambio, tan pronto como nuestra percepción espiritual se abre y nosotros cambiamos, ello quiere decir que hemos ganado altura. Pues, según se ha dicho, necesitamos salir del pozo; necesitamos ganar altura para alcanzar el lugar donde el compañero, el Imán es perceptible. Y el nombre de este lugar en la lengua de aquellos que aman la sabiduría de Dios (ahl-e hikmat), es Hûrqalyâ.
Cuando nuestro mundo, el que nosotros somos, alcanza el nivel de Hûrqalyâ, percibe el esplendor de su Imán. La Verdad se desvela. La Tiniebla se disipa. Las condiciones cambian.
No piensen que esta realidad espiritual está lejana. Ella se acerca, pues las primeras señales del cumplimiento, así como de la crisis ya son reconocibles. La brisa del mundo de Hûrqalyâ y la fragancia de ese mundo han llegado hasta el alma de los Verdaderos Fieles. Incluso nosotros
podemos inhalar el aroma de las flores del mundo de Hurqalya a través de las palabras de este escrito. ¡Pero cuidado! Aquellos que son débiles o falsos se quemarán con estos perfumes, serán
presa del vértigo. Sin embargo, un gran número de los que por naturaleza merecen plenamente el nombre de seres humanos se deleitan con estos perfumes balsámicos que son el alimento de su alma. Entonces la evidencia está allí, ¡Dios lo quiere! Hûrqalyâ está cerca.”
Reflexiones espirituales de Henry Corbin.
Extracto de un artículo de la revista Pentagrama 1-2015