Servicialidad y corresponsabilidad
Servicialidad y corresponsabilidad
El espíritu cambiante del tiempo nos enseña y nos revela importantes posibilidades de cambio interior. Observamos que la gente ya no tiene el deseo ni la capacidad de unirse a largo término. Sin embargo, grupos espontáneos y de breve duración se forman con vistas a poner el acento sobre tal o cual tema. Pero tras haberse consagrado a un tema determinado, las personas se separan nuevamente. La individualización y también la atracción con relación hacia todo lo que es diferente ganan cada vez más importancia. La auto-responsabilidad remplaza progresivamente, o a veces también bruscamente, la orientación en el seno de un ambiente conocido, sobre una estructura fija o el liderazgo personal.
Estos ejemplos ilustran nuevos caminos de desarrollo. Aunque numerosas personas sienta ya la influencia de la era nueva, sus reacciones siguen siendo inconscientes y no se elevan aún por encima de la ignorancia. Todavía no son conscientes de la posibilidad de Salvación, de la Liberación que se ofrece. Todo buscador consciente, no obstante, se plantea un cierto número de preguntas:
¿Cuál puede ser el impacto del nuevo espíritu del tiempo, ahora y posteriormente, sobre un trabajo a la vez interior y exterior, emprendidos en común? ¿Percibimos ya qué antiguas estructuras no se han adaptado y desaparecerán al no corresponderse con la actualidad? ¿Acaso experimentamos los impulsos espirituales que quieren revelarse a través de nosotros? ¿Es que no nos damos cuenta que una fase cósmica de desmaterialización ha comenzado?
Semejantes preguntas serán frecuentes en el futuro. ¡Ellas exigen de todos los que están en camino un examen justo y honesto! Allí donde, hasta el presente, podíamos estar todavía atados a marcos muy fijos, acabaremos por abandonarlos como consecuencia de las nuevas circunstancias que rápidamente se propagan. La renovación en un sentido liberador descansa, por una parte, en el reconocimiento de una relación entre la estructura de nuestro ser y la profunda percepción de una misión de vida, por otra, en la comprensión de que la vida es movimiento y constante evolución.
El espíritu del tiempo, la mentalidad de hoy, coloca al ser humano moderno ante la tarea de desatarse de los marcos fijos opresores y participar en el nacimiento y en el crecimiento en él de lo que es del Espíritu. Desde entonces, ¡todo lo que es terrestre ya no es tanto de naturaleza ilusoria sino transitoria, con vista a comprender mejor, a mejor aprender a amar! ¡Exactamente tal cambio en el microcosmos es lo que implica la Transfiguración!
El proceso de deliberación de la influencia de la materia conlleva muchos niveles y matices:
– Abandonar un punto de vista obstinado, el esto «o» lo otro, por la no combatividad, y dejar el lugar al esto «y» lo otro, es decir, «tanto el sí como el no», por así decir, ambos:
– Abandonar todo saber pretendidamente mejor y adquirir humildad.
– Liberarse de toda forma de forcing (imposición), de instinto de conservación egoísta con el fin de que se desarrollen amor e inteligencia activa.
– Abandonar la conciencia inferior basada en la fórmula «ojo por ojo…» y reemplazarla por la conciencia superior: «Yo le presento igualmente la mejilla derecha».
Transmutar el plomo en oro constituye un proceso superior de transformación de nuestro ser interior. Esto sólo será posible si aniquilamos las ilusiones e imágenes que habíamos creado y si, más allá de nuestros límites, llevamos nuestra mirada sobre el Universo. Si lo conseguimos, en nuestra ‘cabaña’ se abrirán grandes ventanas y amplias puertas por las que se pueda entrar, pero también salir. El Espíritu podrá desde entonces soplar libremente.
Este cambio esencial que sobreviene en el camino y que experimentamos en nuestro ser, se reflejará inevitablemente en el exterior.
Así se explica el hecho de que la Escuela Espiritual abra ampliamente sus puertas y facilite los encuentros que, en nuestros días, son probablemente muy diferentes de los de ayer.
Esta nueva orientación necesita, de parte de todos los que trabajan en su vibración, una corresponsabilidad.
Ser corresponsable induce a la servicialidad. Ésta difiere del derecho de control o de poder del que nosotros, seres humanos, gustamos tanto de hacer uso para salvaguardar nuestros propios intereses.
El término ‘corresponsabilidad’ lo expresa claramente: implica que uno se encuentra en una comunidad, en una convivencia. Esto comporta algo delicado, sutil, prudente, protector. En el seno del conjunto, se requiere cierta sutilidad de espíritu para reconocer exactamente lo que se espera de nosotros y qué muro interior, qué estructura rígida, que nosotros debemos romper, pueden estar todavía presentes.
Corresponsabilidad significa igualmente que se reconoce el lugar y el papel de cada uno.
Esto sólo es posible si se trabaja a partir de la comprensión de la tarea y de la misión del conjunto del grupo. Quien quiere ser corresponsable dará a su tarea la forma que requiere, utilizará todas sus capacidades y, finalmente, ofrecerá los resultados al conjunto del grupo.
Pentagrama nº3-2014: Serviciabilidad y corresponsabilidad