Naturaleza y Conciencia
“Ve la vida que llena todo
Tan profundamente oculta en el secreto.
¿Quién puede entender ese secreto, quién puede sondearlo,
en qué lengua expresar su esencia?
Nadie lo ha visto.
Ningún oído lo ha oído.
Sólo el alma puede percibirlo
Cuando oir y ver permanecen en silencio.
Bhagavad Gita
Al reflexionar sobre las causas del progresivo deterioro de nuestro planeta, encontramos que la actividad humana, especialmente en el último siglo, ha tenido una influencia decisiva
El desarrollo industrial y tecnológico y la concentración de la población en grandes ciudades han jugado, indudablemente, un importante papel al respecto, sin embargo, en el trasfondo de esta realidad existen factores ideológicos, éticos y religiosos referentes a la forma de acercarse a lo natural, es decir, a lo vivo.
Las visiones del mundo proyectadas por la ciencia y la religión dominantes en los últimos siglos han impregnado nuestras mentes de la idea de una separación absoluta entre materia y espíritu.
Con ello, del temor y el respeto de antaño a nuestra nodriza,la Madre Tierra y a las criaturas que en ella habitan, hemos pasado a su explotación y vejación, llegando a considerar la naturalezacomo desprovista de vida, de alma y de objetivo en sí misma.
En general, el ser humano,el mayor explotador de los recursos naturales, tiende a buscar el entorno natural como destino en sus vacaciones, para restablecer su equilibrio físico-anímico y el reencuentro consigo mismo. ¿No es esto la muestra palpable de un estado de consciencia dividido?
Explotar la naturaleza durante los días laborables y acudir a ella el fin de semana, formar parte de la naturaleza y menospreciarla, sugieren una inmensa distancia entre cabeza y corazón que nos lleva a sentirnos divididos interiormente.
Es muy necesario un comportamiento respetuoso con el medio ambiente y con las leyes de la naturaleza, por parte de cada uno de nosotros y de los gobiernos, pero quizá esto no sea suficiente, quizás los poderes de auto-restablecimiento atribuidos a Gaia requieran de una nueva actitud por parte de la humanidad: reconocer en cada una de sus manifestaciones el alfabeto sagrado.
Y más aún, reconocer que como ser vivo en constante transformación no podemos limitar su destino a nuestros antojos.
El sabio alquimista del s. XV, W. Teofrastus Paracelsus, expresó que, “sólo llegaremos al verdadero conocimiento al desvelar la Luz que la Naturaleza oculta en su seno“.
Somos naturaleza y esa Luz misteriosa está concentrada en nuestro interior, gracias a ella podemos percibir la unidad de todas las cosas, y que todo proviene de ese eterno flujo que denominamos Vida.
La Vida que se expresa en la constante generación y disolución de las formas es Una, y procedente del Fuego Primordial del Espíritu se mantiene unida a Él, fiel a sus propósitos, que con toda seguridad la humanidad en su conjunto no conoce.
Esa Vida, esa Luz puede ser reconocida por la inteligencia del corazón, por la intuición más profunda y a la vez más sencilla en el ser humano, la única que puede fusionarse y experimentar, a través del amor, que objeto y sujeto son uno.
Esa consciencia unificadora nos lleva a comprender que el ser humano es el representante en la materia de un microcosmos divino, inmerso a su vez en un macrocosmos también divino.
Toda la materia, la naturaleza, cobra entonces un nuevo sentido para nosotros: desvelar y manifestar el misterio de la realidad divina subyacente a ella.
Puesto que lo exterior es reflejo de lo interior, el estado actual del planeta Tierra y la consciencia que está tomando de ello gran parte de la humanidad es una oportunidad magnífica para emprender un profundo cambio desde lo interior, un cambio que permita liberar la Luz oculta en nosotros y así comprender los misterios de la Vida y a nosotros mismos en su fluir.
Fuente: Carmen Silla (miembro del equipo de Atrio-España, Rosacruz Áurea)
Un comentario
Luis C.
Si no respetamos la naturaleza, no nos respetamos a nosotros mismos como seres humanos.