Lo Femenino y lo Masculino
Lo Femenino y lo Masculino son arquetipos universales, principios presentes en todo el Universo, en todo lo vivo y en cada ser humano.
En el cap. 28 del Tao Te King de Lao Tse los reconocemos como la Omnipotencia y el Amor:
“Quien conoce su fuerza masculina y, sin embargo, conserva su mansedumbre femenina, es el valle del reino”
“El valle del reino” es una antigua expresión china que hace referencia a la paz de la realización perfecta. Y Lao Tse indica la necesidad de que ambos principios caminen juntos si se quiere alcanzar ese estado de perfección.
Lo Masculino, como principio, es la fuerza activa, fecundadora, lo Femenino es lo receptivo, la fuerza engendradora; lo Masculino busca realizar, lograr, alcanzar retos y lo Femenino recrear, sostener y permitir que los retos se alcancen de manera digna, sin dañar la vida sino más bien enriqueciéndola. Lo Masculino representa el mundo de la razón, lo Femenino el mundo del sentimiento y la intuición.
Si tenemos en cuenta esta somera aproximación a los valores que cada principio representa, podemos entender que ambos aspectos han de estar equilibrados tanto en cada individuo como en la sociedad. Pues cuando un aspecto se desarrolla en exceso separadamente, ignorando al otro, se pervierte de forma importante porque actúa ciegamente. La fuerza degrada en violencia, la mansedumbre en pasividad.
En todo acto creativo ambos aspectos son igualmente necesarios y han de trabajar en unidad.
La sociedad actual da muestras de un gran desequilibrio entre lo femenino y lo masculino, lo cual explica la situación social de la mujer.
Tanto las formas como los valores de nuestra sociedad conservan el sello de siglos de predominio masculino, representado fundamentalmente por hombres, en los que han prevalecido la productividad, la explotación, el dogmatismo religioso, los totalitarismos, la autoridad sin amor, la competitividad, etc…. Ello ha dado lugar a una gran decadencia en los valores humanos, a ciudades frías y funcionales, al uso y abuso de la violencia, a experimentar la soledad en medio de la multitud, la indiferencia, la prisa, la tristeza y el vacío que se intenta compensar con la búsqueda de placer fácil y a toda costa. Y ante todo, a una gran degradación planetaria.
Lo femenino, representado fundamentalmente por las mujeres, relegado al ámbito del hogar, sumiso, negado y vapuleado, no ha podido desempeñar su función de manera saludable, plena, no ha defendido las condiciones que la intuición y el amor podrían haber puesto a los impulsos masculinos. O incluso ha ejercido su influencia desde la sombra dando muestras de un poder insano.
Y así, a pesar de que lo femenino emerge y busca ocupar su lugar desde hace decenios, a pesar de que parecen estar presentes en el fundamento de nuestras sociedades las ideas de democracia, de bienestar social, de libertad de expresión en la cultura, de ayuda al desfavorecido, todas ellas con un importante aspecto femenino, , la realidad es que el poder se encuentra en manos de las potencias económicas, la banca, los políticos corruptos enfrentados entre sí … y los valores femeninos siguen en la sombra.
Acostumbramos a identificar a la mujer con lo femenino y al hombre con lo masculino, pero en realidad, lo esencialmente masculino y lo esencialmente femenino se encuentran en ambos géneros, como los dos polos complementarios de una misma realidad. La polaridad dominante es la que se exterioriza, mientras que la otra permanece en el mundo interior, en la sombra, oculta incluso para uno mismo.
La violencia de género es en muchas ocasiones una expresión clara de la no aceptación del propio mundo interior, del miedo y el rechazo a los propios valores internos por causas culturales, emocionales o por programas del inconsciente. El valor femenino interno llevado a lo consciente puede contener, frenar la tendencia instintiva y brutal a la violencia. Cuentos como “La Bella y la Bestia” lo ilustran a la perfección.
En el mundo interior está la verdadera riqueza, el potencial a descubrir y a desarrollar por cada ser humano.
Ciertamente lo Femenino ha sido negado, degradado, relegado en todos los niveles de la vida y como consecuencia de ello la mujer ha sido y sigue siendo maltratada, desconsiderada, utilizada, explotada. Todos deseamos eliminar y sanar el profundo dolor que acarrea todo ello. Nuestro corazón está en ello.
Pero, no podemos olvidar que todas y todos tenemos un reto importante: conocer y liberar nuestro lado oculto, los potenciales latentes en nuestro ser más profundo.
La grandeza del momento actual es que ya hay muchas, muchísimas personas que comprenden que no se trata de que lo femenino se vengue o arrebate el sitio a lo masculino, sino de tomar consciencia cada una y cada uno de nosotros de los condicionantes con los que nos identificamos consciente y sobre todo inconscientemente, que no permiten que lo femenino y lo masculino universales, la Fuerza y el Amor se manifiesten en y a través de nosotros.
Ambos principios en su pureza y autenticidad están en cada persona, mujer u hombre, pero al haber sido relegados a la sombra, aparecen a la consciencia disfrazados de las máscaras que nuestros prejuicios y nuestra ignorancia les han adjudicado.
No obstante, detrás de esas máscaras late nuestra libertad.
Fuente: Rosacruz Áurea