ESO
ESO
“Cuando la gente ve algunas cosas tan hermosas,
otras cosas se vuelven feas.
Cuando la gente ve algunas cosas tan buenas,
otras cosas se vuelven malas.”
Estos pensamientos de Lao-Tse, tras analizarlos con atención, profundizan más en el corazón. La mente solía considerarlos como una metáfora elevada. El corazón descubre que hay una verdad en ellos, que vincula el peso de la Tierra con el resplandor del Sol, necesario para su comprensión e implementación en la vida, cuando sentimos un gran anhelo por el Silencio de la Unidad de las Cosas. Cuando la mente está en silencio, el corazón baila tai chi y se unen al ritmo del mundo.
Nisargadatta Maharaj enseñó que el dominio de nuestra tendencia a ser simpáticos o antipáticos con otras personas, sus puntos de vista y sus experiencias de vida, nos lleva al amor profundo. Rudolf Steiner aconsejó a sus estudiantes que aprendieran a escuchar profundamente las opiniones expresadas por otras personas, sin tomar partido, ni abogar a favor o en contra de ellas. La escucha profunda, sin juicio, nos lleva a la empatía con la otra persona y a romper la división entre nosotros y los demás. Nos conduce a la capacidad de percibir el alma de otro ser humano.
Donde hay fuerte admiración o asco, hay “yo”, hay un defecto. La polaridad desequilibrada proviene de la falta de contacto con la fuente del Silencio, nuestro ser más profundo. Nuestra consciencia fue cortada del majestuoso tronco de la eternidad y recuerda a una rama que las bravías aguas del río lanzan de una a otra orilla. Y así, vamos de un extremo al otro, del deleite a la aversión, generando sufrimiento para nosotros y para otros.
¿Es el amor uno de los polos? Existe un Amor en mayúsculas y otro amor en minúsculas. La fuente del amor en minúsculas es la falta, la necesidad, el hambre. El amor en minúsculas nace de la dependencia, o agradecimiento, cuando alguien que viene del exterior le proporciona la comida que necesita. El amor en minúsculas es dependiente y vulnerable porque siempre hay alguien o algo en el mundo exterior que puede hacerle daño. Por eso necesita odio, un arma de gente débil, para sentirse fuerte.
La fuente del Amor en mayúsculas es la abundancia. El Amor fluye de la conexión a la fuente de la vida en la que todos los potenciales están presentes. El Amor alimenta y nutre, une los polos, es un arroyo cuya corriente se apodera de todo y lo dirige hacia la fuente. Es una alegría que quiere propagarse y, por lo tanto, siembra sus semillas en los corazones de todos los seres. Espera pacientemente que estas semillas crezcan y que todo el espacio vibre con felicidad.
El Amor ve la belleza y su potencial en todas partes, porque las semillas de la existencia perfecta provienen de él.
En nuestros corazones hay un portal al Amor. Nuestro amor en minúsculas puede convertirse en un Amor cuando comenzamos a buscar alimento dentro de nuestro propio ser. Entonces nuestro corazón reconocerá la “cualidad” de la existencia y será capaz de encontrarla en todo lo que vive. Sin palabras que aprisionen todo, cortando formas del tejido de la eternidad, será capaz de conocer y sentir intuitivamente el valor de todo, la unidad de todo lo que existe.
Es más fácil mantener esta ausencia de separación en la soledad, y más difícil entre las personas. Sin embargo, es en contacto con otros como reconocemos lo que todavía es pequeño en nosotros y necesita sanación.
¿Debemos seguir el método budista: “el corazón por encima del principio”? Algunas situaciones requieren que incumplamos las reglas. Por ejemplo, cuando estamos en el bosque, vemos un ciervo que cruza nuestro camino y se sumerge en un matorral de árboles. Entonces nos encontramos con un cazador que pregunta dónde ha ido el ciervo. ¿Vamos a exponer el ciervo a la muerte en nombre de la verdad? No, no lo haremos.
Cada momento trae frescura, en la que podemos sintonizar con el silencio del corazón. Un momento es tranquilo, el otro está lleno de ruido y el siguiente, de nuevo, está lleno de silencio. La imperfección oculta la semilla de la perfección. En el corazón que sabe esto y comienza a abrazar el mal, se desplegará en sí mismo un amor que “cubre todos los pecados.”
Empezamos a aceptar todo como es, libre de conflictos y resistencia. Y, paso a paso, limpiamos las manchas oscuras de nuestro cuerpo astral nacidas de la falta de comprensión y del juicio que genera emociones. El amor es la luz llena de respuestas. Es un bálsamo que alivia todos los traumas.
Este cordón sagrado y luminoso está emergiendo del centro áureo y haciéndose cada vez más visible a nuestra percepción.
Las palabras que hablamos comienzan a unir y no a dividir. Se convierten en una corriente de amor, que reúnen todo en lo que está a punto de ser la fuente de la felicidad. Se convierten en las semillas de Luz que arrojamos en los corazones de nuestros hermanos y hermanas para unirnos a ellos con alegría.
El centro áureo, una gema brillante en el corazón, conoce esta Unidad gozosa y silenciosa. Es Dios en nosotros quien viene a este mundo por lo que Le pertenece.
Texto: Emilia Wróblewska-Ćwiek, País: Polonia, Imagen: Unsplash (NASA)
Fuente: https://www.logon.media/es
Un comentario
Graciela
Que hermoso…Dios viene al mundoa traves nuestro…..es la encarnacion cristica..!!!!