El porqué de una Escuela Espiritual
En el corazón de cada ser humano existe un núcleo espiritual en estado latente. Cuando este núcleo despierta a la actividad puede emprenderse el camino del renacimiento espiritual.
Al igual que un proceso de gestación humano requiere de un tiempo en el seno materno donde el embrión se nutra hasta el nacimiento, el renacimiento espiritual precisa de una inmersión en un campo de fuerza espiritual para poder dar lugar al nacimiento y desarrollo del ser espiritual.
De ahí la necesidad de una Escuela Espiritual que haga la función de matriz, de crátera.
Una escuela se autodenomina espiritual cuando puede aportar este campo nutriente de fuerza divina —la matriz— porque el Fuego del Espíritu está presente en su esfera de acción.
Además es necesario que facilite la enseñanza y el aprendizaje de la adecuada utilización de las posibilidades que este Fuego despierta, la enseñanza de la Transfiguración.
La Rosacruz Aurea busca el renacimiento y por tanto la re-unificación con el Espíritu sin intermediarios personales y, además, reconoce y es fiel a la Ley del Amor y su máxima: Uno para todos y todos para Uno.
Por ello, aboga por la auto-iniciación, en el sentido de la auto-responsabilidad, en la Unidad.
El objetivo de la Rosacruz Áurea no es la liberación de seres humanos aislados, sino la liberación de toda la humanidad.
Desde este fundamento, la Escuela Rosacruz vela día y noche por mantener la llama del Espíritu encendida para todos quienes deseen realizar la transfiguración y, por ella, «el renacimiento en una nueva consciencia», explicando con detalle el por qué y el cómo de este proceso.
Desde su fundación, ha recogido la herencia espiritual de las fraternidades gnósticas, prosiguiendo así la tradición de las escuelas de Misterios que han existido a través de los siglos.
La enseñanza de la transfiguración, proveniente de la alquimia de los rosacruces clásicos, ha adquirido también un significado acorde al tiempo actual.